De la antropometría[1] a la morfopsicología[2].

03/02/2011

Si ahora miramos hacia atrás y analizamos los tipos de clasificaciones o evaluaciones predictivas que sobre las personas se han realizado a lo largo de la historia, comprobaremos que una de las más antiguas la encontramos en China, donde las dinastías imperiales utilizaban los rasgos faciales de sus caudillos para avanzar cuales seria los posibles resultados de su gestión como mandatarios.

Esta milenaria tradición oriental ha permanecido en el olvido durante mucho tiempo, pero ahora, como muchas otras artes orientales (Feng shui, Xou Xiang, meditación, etc.) han sido redescubiertas por una parte del mundo  occidental, mientras que la otra parte se echa las manos a la cabeza, indicando de forma no verbal lo descabellado de alguna de ellas.

La adecuación de este tipo de «esotéricas» propuestas a mentalidades orientales, o la ausencia de demostración empírica de los aspectos que defienden son algunos de los argumentos que cualquiera podría utilizar para refutar este tipo de paraciencias.

Ante el argumento relacionado con la adecuación de este tipo de propuestas a la mentalidad oriental, nos permitimos recordar que Sócrates fue un aplaudido fisonomista (aquel que predice el futuro sólo con el análisis del rostro), o que en el imperio romano la existencia de los «profesionales del rostro» era habitual.

Seguro que mas de uno estará pensando que este tipo de propuestas paracientíficas no han tenido continuidad en el tiempo, nada más lejos de la realidad. A finales de 1940 el juez californiano Edward V. Jones[3] propone basándose en su experiencia como juez un modelo donde se relacionan rasgos de personalidad con determinados rasgos faciales.

Esta tendencia ha llegado hasta nuestros días, como podemos comprobar en los siguientes ejemplos:

  • En el centro británico de personalidad Naomi Tickle[4] imparte seminarios sobre como leer las caras. Fundamentándose en la medición exacta de determinados rasgos faciales es capaz de concretar cuáles son los puntos fuertes y débiles del sujeto e incluso establecer cual es la profesión que mas se ajusta a su perfil.
  • En el sur de California hace furor el Mian Xiang, un movimiento que reivindica el análisis del rostro como ciencia clave para determinar aspectos del carácter, personalidad, llegando a concretar como han sido las etapas en tu vida, como van a ser la edad adulta, la vejez, pareja, hijos, influencia de tus padres, aspectos económicos, familiares, sentimentales, recuerda la tradición milenaria.

Parece claro por tanto que este tipo de propuestas también son del agrado del público occidental. Pero aun nos queda el segundo argumento: la ausencia de fundamentación empírica. Recientemente una tesis doctoral desarrollada por Julian Gabarre[5] sobre la morfopsicología ha mostrado una serie de correlaciones estadísticas entre el físico de un grupo de sujetos y su carácter, en su tesis doctoral confirma que «la cara es el espejo del alma» no de forma figurada sino de forma real.

Alguien podrá decir aquello que escribía Maquiavelo, «la historia es pendular y todo vuelve…» aunque para ser sinceros y estando mas o menos de acuerdo con las aportaciones de la morfopsicologia. Esta paraciencia en sus diferentes variantes no se ha ido nunca.


[1] Ciencia que estudia las medidas del cuerpo

[2] Ciencia clínica, humana, que estudia de manera muy precisa, el carácter, el modo de conocer y comprender a las personas, sus actitudes y aptitudes por medio de la observación del rostro y los elementos que lo componen. Julian Gabarre